El caso Odebrecht es un claro ejemplo de la avaricia de las personas. Odebrecht creció de manera vertiginosa desde su creación en los años 40. Creó varios proyectos sociales y una fundación. Existe la probabilidad de que éstos se hayan usado como una especie de cortina de humo para esconder todos estos movimientos desleales que hacían, pagando sobornos y buscando licitaciones inicialmente en Brasil y luego rápidamente a nivel internacional.
Uno de los factores
determinantes para que una empresa opte por estas medidas es simplemente una
falta de valores éticos, de competencia leal, ya que, pagar por obtener
contratos, se puede comparar en un caso común como el estudiante universitario
que le paga al maestro para que lo deje pasar la materia. Y en ambos casos hay
soborno, hay deslealtad. En el caso del estudiante, el daño se lo hace a sí
mismo. En el caso Odebrecht el daño se lo hace a la sociedad y por ende a cada
nación que sucumbe ante los tratos por debajo de cuerda, corrompiendo a
mandatarios y funcionarios públicos, quienes luego se lavan las manos y dicen
"todo fue a mis espaldas" "nunca me enteré" "yo no
estuve ahí".
Es triste ver cómo nuestro
Gobierno y funcionarios públicos se encuentran tan inmersos en la corrupción. Una
sociedad que se encuentra mal económicamente es sinónimo de un gobierno
corrupto. Colombia es evidencia de ello. Lastimosamente, las políticas de
gobierno implementadas son mediocres y facilitan este tipo de sucesos que poco
o nada son regulados por el pueblo.
La ética y la moral presente
en nuestros gobernantes prácticamente es inexistente. Esto propicia un efecto
en cadena no solo en los servidores públicos, sino que se traduce además en la
misma sociedad, donde empieza a regir el saltarse las reglas, burlar las leyes
y no comprometernos a ser ciudadanos ejemplares. Lamentablemente es un flagelo
difícil de erradicar, más aún cuando son los propios representantes de nuestro
país quienes se ven tan implicados en casos como éste, Odebrecht, donde una
empresa que aparentemente era recta y pensaba en el bienestar social, ha dejado
cabos sueltos y se ha destapado la "olla podrida" de la corrupción y
los sobornos hechos a varios países en Latinoamérica.
Tristemente muchos
funcionarios públicos y naciones en general, sobre todo en donde las tasas de
corrupción son sumamente elevadas, velan por sus propios intereses y no por el
bien común. Por esto, para ellos es fácil caer en el juego de multinacionales
como Odebrecht que, a cambio de favores económicos millonarios, son capaces de
ceder ante sus peticiones con tal de ellos tener siempre lleno el bolsillo. Nunca se han
preocupado realmente por lo que la sociedad necesita. Son pocos los que se
interesan sinceramente por el bienestar común. Aquí en Colombia prevalece la “ley
del vivo”. Lastimosamente, el pueblo no se manifiesta para estos casos que nos
competen a todos. El pueblo se encuentra sumido en la ignorancia, consumidos
por situaciones banales que los alejan de la realidad. Los medios son
parcializados y no nos muestran realmente lo que está pasando. Ya muchos
ciudadanos no se preocupan por su bienestar ni el de sus comunes, no les
preocupa lo que pasa a nivel nacional. El pueblo está "dormido",
sumido en un sueño profundo y mientras tanto, los funcionarios públicos
aprovechan ese letargo para realizar este tipo de transacciones inmorales y
deshonestas para beneficio propio, sin buscar el bien común ni una calidad de
vida digna para todos los habitantes.
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